
por Italo Vignoli
La identidad digital se ha convertido en una parte integral de la vida cotidiana. La utilizamos para acceder a herramientas de trabajo y firmar documentos en línea, e incluso está reemplazando a las credenciales físicas de identidad. Sin embargo, la mayoría de los debates sobre el tema se centran en los sistemas de autenticación, el cifrado y la biometría, e ignoran los formatos que realmente contienen nuestra información.
Aquí es donde el Formato de Documento Abierto (ODF) adquiere importancia de manera inadvertida. A primera vista, ODF parece ser una alternativa sencilla a los formatos propietarios. No obstante, sus características le otorgan un papel más amplio en un mundo cada vez más digital, basado en la identidad y la confianza.
Los archivos ODF pueden ser leídos por los usuarios porque utilizan una versión estándar del esquema XML, están bien documentados y no tienen restricciones. Esta transparencia es esencial cuando los documentos pasan a formar parte de flujos de trabajo relacionados con la identidad.
En la mayoría de los sistemas, la identidad no es solo un inicio de sesión, sino un conjunto de artefactos como contratos, certificados, licencias, registros y evidencias. Estos artefactos suelen existir en forma de documentos: por ejemplo, un acuerdo firmado puede representar una autorización, un certificado puede establecer credenciales y un formulario puede habilitar el acceso.
Cuando los documentos cumplen este papel, el formato es fundamental, porque si es opaco, cerrado o controlado por un único proveedor —características que presenta el formato OOXML— no puede garantizar la confianza a largo plazo. ODF, en cambio, es transparente, abierto, predecible y verificable, y es desarrollado por un consorcio de empresas. Cualquiera puede verificar cómo se estructuran los documentos, cómo se almacena los metadatos y cómo se aplican las firmas.
La autenticación moderna va más allá de los nombres de usuario y contraseñas e incluye firmas digitales, permisos a nivel de documento y registros de auditoría. ODF admite todos estos elementos de forma práctica: las firmas digitales pueden integrarse en archivos ODF, los metadatos pueden registrar la autoría, las marcas de tiempo y el historial de revisiones, y el control de versiones permite establecer quién modificó qué y cuándo.
Debido a que el formato es abierto, estas características pueden validarse de manera independiente. No es necesario confiar en una “caja negra” para confirmar si un documento es auténtico o ha sido alterado.
Además, los sistemas de identidad digital rara vez existen de forma aislada. Gobiernos, empresas e individuos utilizan distintas plataformas. La interoperabilidad no es una opción, sino un requisito.
El estándar abierto ODF facilita el intercambio de documentos entre sistemas de identidad sin comprometer la confianza. Los documentos creados en un sistema pueden verificarse en otro sin perder su estructura ni su significado. Esto es especialmente importante para casos de uso transfronterizos, documentos del sector público y archivos a largo plazo, donde los documentos pueden necesitar validación décadas después.
La identidad no siempre equivale a acceso en tiempo real. ¿Seguirá siendo accesible el documento dentro de 20 años? ¿Su firma seguirá siendo verificable? ¿Su contenido seguirá estando bajo control?
ODF fue diseñado teniendo en cuenta la durabilidad. Al no estar vinculado a las estrategias de una sola empresa, resulta especialmente adecuado para documentos que deben sobrevivir a productos de software o plataformas de autenticación específicas. Para la identidad digital, esta durabilidad es una ventaja sutil pero fundamental.
Por lo tanto, ODF no reemplaza a los sistemas de autenticación, a los proveedores de identidad ni a los protocolos criptográficos. Ese no es su propósito. Más bien, ODF es un contenedor confiable: un medio para almacenar, intercambiar y preservar documentos relacionados con la identidad sin introducir riesgos o dependencias innecesarias.
En una arquitectura ideal de identidad digital, ODF opera de manera silenciosa en segundo plano, determinando cómo se construye y se mantiene la confianza. En la era de la identidad digital y la autenticación, esto hace que ODF sea más relevante que nunca.
The Role of ODF in the Era of Digital Identity and Authentication
