La Corte Penal Internacional de La Haya abandona Microsoft Office por soberanía tecnológica

Una decisión estratégica ante la dependencia digital

La Corte Penal Internacional de La Haya está sustituyendo rápidamente la suite Microsoft Office por openDesk, una plataforma de código abierto desarrollada por el Centro Alemán para la Soberanía Digital (ZenDiS). Esta decisión marca un punto de inflexión en la lucha europea por la autonomía tecnológica frente a la dependencia de software estadounidense.

El contexto que motivó el cambio

La preocupación surgió cuando Karim Khan, fiscal jefe británico de la Corte que firmó las órdenes de arresto contra Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu, fue añadido en febrero de 2025 a la lista de «Specially Designated Nationals and Blocked Persons» de Estados Unidos. Como consecuencia de estas sanciones, Khan vio sus fondos congelados y fue desconectado de sus cuentas de trabajo.

Este incidente expuso la vulnerabilidad crítica de las instituciones internacionales: depender de herramientas tecnológicas controladas por gobiernos extranjeros que pueden ejercer presión política mediante el corte de acceso a servicios esenciales.

OpenDesk: la alternativa europea

OpenDesk integra componentes de ocho productores europeos: Collabora, Element, Nextcloud, Nordeck, OpenProject, Open-Xchange, Univention y XWiki. La plataforma ofrece un paquete completo que incluye:

  • Procesadores de texto y hojas de cálculo
  • Herramientas de chat y videollamadas
  • Gestión de tareas colaborativas
  • Almacenamiento de archivos

ZenDiS es una empresa de software propiedad del gobierno federal alemán, creada con el objetivo de fortalecer la autonomía digital de la administración pública y superar las dependencias críticas de proveedores tecnológicos individuales.

Implicaciones para la Unión Europea

Esta transición plantea una pregunta fundamental: si una institución internacional como la Corte de La Haya considera necesario liberarse de software estadounidense, ¿no deberían las instituciones europeas, y del resto del mundo, hacer lo mismo?

Durante años Bruselas ha mirado con recelo el software chino por motivos de seguridad nacional, pero los programas estadounidenses también plantean enormes interrogantes sobre su fiabilidad real en el actual contexto histórico.

El riesgo es concreto: si el inquilino de la Casa Blanca decide cambiar todas las cerraduras digitales, las administraciones públicas europeas (escuelas, hospitales, infraestructuras estratégicas) quedarían paralizadas.

Un despertar necesario

Aunque la soberanía digital se ha convertido en un tema urgente para Europa y las instituciones europeas invitan a los 27 países a no quedarse de brazos cruzados favoreciendo empresas de software nacionales, hasta ahora se ha hecho muy poco, con excepción de una tímida iniciativa danesa.

La experiencia de La Haya demuestra que la soberanía tecnológica no es una cuestión ideológica, sino una necesidad práctica de supervivencia institucional. Cuando el acceso a herramientas básicas de trabajo puede ser cortado por decisiones políticas unilaterales, la independencia tecnológica deja de ser una opción para convertirse en una prioridad estratégica.

 

Con información de START Magazine

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